Pensar en grande da miedo, pero luego se pasa…

Estimados graduandos y familiares, consejeros académicos, directores de escuela y demás miembros de la comunidad universitaria. Me imagino que los consejeros de facultad me eligieron por la edad o, quizá, por el kilometraje, como lo señaló Indiana Jones. Lo cierto es que acepté cuando me dijeron que el auditorio serían los graduandos de las facultades de Ciencia y Humanidades. Eso me entusiasmó. Muchos de Uds. fueron valientes al escoger una carrera que perseguía sueños y no cuentas bancarias. Hace falta que nos sacudamos el inmediatismo de las aplicaciones de lo que sabemos. Que dejemos espacio para gestar ideas disruptivas que requieran de tiempo para madurar.  Ya hemos sido testigos de eso. Superamos en tiempo récord una pandemia porque estuvimos 60 años investigando el ARN mensajero. Cambiamos la iluminación del mundo porque transitamos casi 90 años desde la electroluminiscencia hasta el led blanco. Igual el GPS, que llegó a nuestras vidas a más de un siglo de la formulación de la Teoría de la Relatividad General.  Como insistió Abraham Flexner, el fundador del Instituto de Estudios avanzados de Princeton: El pensamiento “inútil” puede ser profundamente disruptivo y hay que dejar espacio para cultivarlo.

En Ciencias y Humanidades hay carreras que no son profesionalizantes. Eso quiere decir que algunos de Uds. recién empezarán a convertirse en investigadores. Van a requerir años de formación y de experiencia. Las palabras posgrado, maestría y doctorado les serán familiares a casi todos. Hoy tenemos varios de esos ejemplos aquí con nosotros. Pero el pregrado es clave y lo recordarán por siempre. El pregrado es más que aprender conceptos y técnicas, va más allá de la promoción social, es más que infraestructura (¿piedra Barichara?). El pregrado es incubar amistades, amores y desamores. Es aprender a edificar ciudadanía utilizando el diálogo como herramienta. Es derribar barreras sociales con torrentes de tolerancia. En la Universidad al pregrado nos llegan adolescentes y ayudamos a construir ciudadanos y ciudadanas. Ciudadanía es eso: internalizar la ética, la tolerancia, el diálogo. No es poca cosa en nuestro mundo y país tremendamente polarizados. Cultivarlos se hace indispensable porque el autoritarismo y la intolerancia campean; cuando palabras como guerra y genocidio las creímos excecradas, y ahora vuelven a resonar con escalas que habíamos olvidado.   

Pero además, Uds. son dignos de admiración porque muchos entraron a una universidad inexistente. Sin gente en los pasillos, sin risas compartidas, sin salones, sin canchas, sin balones. Estábamos encerrados en nuestras casas. Nos conocimos a través de unas pantallitas. Aprendimos a interactuar a distancia y muchas veces sin rostros. Cocinamos juntos en fogones lejanos, hicimos reuniones remotas, exámenes y talleres mediados por plataformas tecnológicas. No sin esfuerzo, superamos esa enorme dificultad que fue la falta de contacto personal durante la pandemia. Hoy, casi no lo recordamos, pero estuvimos allí. Uds. son de esa generación y merecen nuestra admiración.

Ahora, les toca ser profesionales en la era de la inteligencia artificial (IA). Tendremos (Uds. y nosotros) que aprender a interactuar con este nuevo elemento. Navegaremos en un mar de información (¿desinformación?), muchas veces inexacta y la mayoría tendenciosas. El pensamiento crítico será nuestra única brújula y cotejar fuentes será la práctica cotidiana. Pero más allá de las fake news estará el aprender a trabajar con la IA, a discutir con ella, a incorporarla en los equipos de trabajo. No los preparamos para eso, pero juntos lo habremos de enfrentar.

Para finalizar, se me antoja compartir un par de reflexiones que me han guiado en los 45 años que tengo el oficio. La primera recomendación es que piensen en grande. Si uno piensa en pequeño, rápidamente, el día a día te devora. Si uno piensa en grande, las dificultades se hacen pequeñas porque la mirada está puesta en el horizonte de las grandes metas. Entonces, viene la otra recomendación que tiene que ver con la implementación del pensar en grande. Esa es construir el futuro ejecutando el presente. Siempre los sueños tienen un sueñito que debemos mostrar. Traigo un ladrillo de lo que será mi casa. Una prueba de concepto, que convenza y te convenza de que los sueñotes se pueden lograr. Por ello ejecuten siempre el presente mirando al futuro. Primero con las variables controladas, típicas de las experiencias de laboratorio, y luego vayan por el cambio de escala que demanda la operación en campo. 

Pensar en grande es construir un país más justo, equitativo y productivo. Un país donde la educación y la salud sean derechos, no privilegios. Un país donde la ética, la tolerancia y el diálogo pasen de ser la excepción a convertirse en costumbre. Como dijo alguna vez Rubén Blades luego de interpretar Buscando América. Sabemos que es nuestra responsabilidad, tenemos con qué y podemos lograrlo.

Muchas gracias…

Discurso pronunciado con motivo de la graduación de las Facultades de Ciencias y Ciencias Humanas en la Universidad Industrial de Santander

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