El retorno a la «normalidad»
Espero equivocarme, pero creo que esto no es un mal sueño del cual nos vamos a despertar y todo volverá a ser como era en el 2019. Ayer, un colega comentaba su interés en traer un invitado para una estancia de investigación, y aclaraba… claro, cuando volviéramos a la normalidad en el 2021. Me sorprendí de su ingenuidad, pero entiendo el desespero porque acabe esta pesadilla.
Es una pesadilla sin retorno y, de verdad creo que no hemos aquilatado lo que nos está tocando vivir, lo que vamos a cambiar. En este confinamiento nuestros hogares dejaron de serlo, para convertirse en gimnasios, oficinas, salones de clase y parque para los niños, todo al mismo tiempo. Algunos, los más maleables, los menos exigentes, nos hemos adaptado, le vamos tomando el ritmo y quizá el gusto a trabajar desde nuestras casas. Al salir, al regresar lentamente (y traumáticamente) del encierro emergerán instituciones académicas muy distintas a las que nos formaron y, posiblemente, cualitativamente diferentes a las que tenemos. ¿La docencia se apoyará en un máximo de interacciones por la pantallita y el mínimo de encuentros físicos indispensables? ¿los laboratorios serán operados por unos pocos colegas y el resto de nosotros estaremos allí con presencialidad remota? Es imperioso que nos imaginemos cómo seremos al regreso a esa nueva normalidad. Es obligatorio que empecemos a diseñar y utilizar herramientas informáticas colaborativas que nos permitan construir espacios académicos con mínima presencia física y una máxima interacción a través de la pantallita.
Las aglomeraciones (de todos los tamaños) son las principales fuentes de contagio y esas, precisamente, son parte esencial de nuestra vida académica. Clases, seminarios, congresos, conferencias, discusiones con el grupo de investigación, trabajo en los ambientes reducidos en los laboratorios, son necesariamente espacios concurridos ideales para el contagio. Mientras no haya vacuna estaremos restringidos a la pantallita, al oxímoron de «presencia remota», y tendremos que explorar nuevos mecanismos de colaboración en nuestros experimentos. Mientras no haya vacuna (o nos hayamos contagiado y sobrevivido una parte importante de la población) no habrá retorno a una «normalidad» que, con toda seguridad, será diferente a las 2019.
La pantallita y la colaboración científica
Hemos visto cómo la pantallita nos lleva a circular ideas, a interactuar remotamente con nuestros estudiantes y colegas, con alguna efectividad. Las grandes colaboraciones multinacionales en Astronomía y Física de Altas Energía llevan décadas ejerciendo, con bastante éxito estos esquemas de colaboración remota. No es casual, que la web y los navegadores nacieron en el Centro Europeo de Física Nuclear (CERN) y en centros de supercomputación científica (NCSA).
La grandes colaboraciones científicas se generan alrededor de sofisticados observatorios, aceleradores y centros de cómputo avanzado que aglutinan cientos (y a veces miles) de científicos. La mayor parte de la formación de los jóvenes investigadores en grandes colaboraciones transcurre a través de las pantallitas, solo que ahora esa interacción se da desde las casas y no desde los múltiples laboratorios asociados. Si bien, la pantallita urde el día a día de la mayor parte de las colaboraciones, los encuentros trimestrales o semestrales son obligatorios. La colaboración remota se construye sobre una camaradería edificada sobre la base de la presencialidad real, de encuentros físicos mediados con cafés, vinos y cervezas. La empatía para iniciar proyectos, ideas, sueños, surge del mirarse a los ojos, luego se cimenta a través de cualquier otro medio.
Ahora, mostramos que podemos trabajar desde nuestras casas, con un mínimo personal operando los instrumentos. Pero aún amortizamos relaciones personales con nuestros colegas construida sobre la presencialidad, sobre el contacto humano. ¿Cómo formaremos a los nuevos investigadores sobre la base de las relaciones construidas a tráves de la pantallita con una mínima presencialidad? No lo tenemos claro, pero ciertamente debemos empezar a pensar en ello.
La movilidad reducida y la academia extendida
Los transportes públicos son espacios de pequeñas aglomeraciones ideales para el contagio, por lo tanto, serán los más transformados y sin duda los evitaremos. Unos caminaremos más, las bicis se impondrán y la peor transformación es que muchos se comprarán varios carros. De forma y manera que la movilidad a la cual estábamos acostumbrados (tanto local como globalmente) se modificará de forma drástica.
La movilidad ha sido clave para circular ideas y experiencias en la academia. Los congresos, seminarios, conferencias y, sobre todo las conversaciones informales durante los refrigerios de los eventos y un número importante de horas de sobremesa han sido claves para construir lazos de cooperación científica. Tenemos que crear nuevos espacios de intercambios de ideas. Las ponencias en los congresos deberán dosificarse. No aguantamos más de un par de horas de discusión por pantallita. El formato de las presentaciones deberá alternar la asincronía de las exposiciones con una discusión síncrona de varias de las ponencias. ¿Cómo lo haremos? Está por verse y tenemos que pensarlo con urgencia.
Esta movilidad reducida nos puede beneficiar a los países que siempre hemos sido exportadores de talento. A nuestras emergentes comunidades científicas que todavía no han creado espacios económicos para preservar nuestros mejores estudiantes que emigran a otras regiones con becas y sustentos para su formación. Tenemos que generar esas nuevas oportunidades localmente: becas que les permitan formarse en nuestras instituciones, fondos para la cooperación científica que esas colaboraciones internacionales, que hemos ido construyendo. Como siempre, se cierran unas puertas pero se pueden abrir otras.
Una muestra que el coronavirus está ganando la batalla. Pensar que no podemos tener reuniones académicas sociales y políticas es devastador. Señalo que varios países derrotaron al.coronavirus sin usar vacunas y abre campo para una pequeña ración de optimismo. Italia acaba de ingresar a ese grupo. Creo que esto habla de la disciplina social, aquella donde el ciudadano es factor determinante del escenario. Un país como.USA con suficientes recursos humanos y materiales no lo logró y ahora paga las consecuencias
Me gusta pensar que serán más los beneficios, que los contra, lo que nos dejara esta experiencia que estamos viviendo. Sería fenomenal que las ciencias reciban incentivos y mas relevancia en la toma decisiones gubernamentales. Mi pregunta es ¿será este el inicio de una nueva era en el aprendizaje y la enseñanza?
Amigo, yo creo que poco cambiará, excepto lo que se institucionalice. Buen texto. Abrazo. Pedro.
Muy bien dicho y argumentado…
hablaremos de esto con un vino o una cerveza, de este y del otro lado del Atlántico, y gracias a las pantallitas que se inventaron por esta necesidad de compartir que tan bien describes.
Pero ya verás: después de la vacuna veremos …