ENTENDIENDO MEJOR LA CIENCIA -1-

Héctor Rago

Oye nuestro Podcast

La relación que la sociedad en su conjunto mantiene con la ciencia, es curiosa, por decir lo menos, por no decir que es ambigua, distorsionada, contradictoria o de abierta incomprensión. El ciudadano común suele tener una versión confusa de la ciencia, de cuáles son sus límites, de cómo evoluciona, de cuáles son sus fronteras. Y es paradójico porque una buena parte del alma de la sociedad contemporánea está fraguada por la ciencia y sus productos tecnológicos, y es la sociedad quien paga los costos de la ciencia. Es cierto que en general los científicos gozan de prestigio y los temas científicos son atractivos en redes y medios: la ciencia es sexy, sin embargo, hay un corto circuito entre la ciencia y el público no especializado. De esas cosas queremos conversar, este podcast y el siguiente estarán dedicados a Entendiendo mejor la ciencia.

¿Entiende la sociedad que la tecnología es consecuencia de leyes?

 
Comencemos advirtiendo que la tecnología es una consecuencia de la comprensión de leyes científicas. Sí, es cierto que no hizo falta conocer que el número π es un número irracional, para inventar la tecnología de la rueda; ni que detrás del uso de la palanca está la ley de conservación de la energía. La rueda o la palanca son tecnologías muy simples. Pero la tecnología más sofisticada exige conocer leyes científicas y a la vez la tecnología colabora indagando mejor al mundo físico, para descubrir nuevas leyes.

La famosa tercera ley de Clarke, “toda tecnología suficientemente avanzada, es indistinguible de la magia” es la sutil ironía que usó el escritor inglés Arthur C. Clarke, sí, el mismo de Odisea 2001, para sugerir que el largo camino que media entre las leyes básicas y el aparato tecnológico, hace lucir al aparato como mágico: tocamos una pantalla y la magia se encarga de enviar una imagen, un texto o un video a otro continente.

Nuestro recontratatarabuelo descubre una tecnología primitiva.

No, amigos míos, no hay magia ni cuentos de camino. Hay leyes, y un entendimiento cada vez mayor de cómo funciona la realidad. Si Newton no oía radio, es porque en su época la humanidad no había llegado aún a comprender los fenómenos electromagnéticos. La elaboración de conceptos y el descubrimiento de leyes requiere tiempo y esfuerzo.  De manera que cada vez que te hagas una tomografía, mandes un wapp o o uses el GPS, piensa que estás corroborando leyes que la humanidad ha ido descubriendo progresivamente, en su afán por entender más y mejor al mundo.

La elaboración de conceptos y el descubrimiento de leyes requiere tiempo y esfuerzo

Entonces, ¿por qué cuesta entender los vericuetos de la ciencia, o al menos tener una visión razonable de ella, así sea a vuelo de pájaro? Entre muchas razones, una de ellas es el lenguaje, y claro, el lenguaje de la ciencia es lenguaje especializado, e inexpugnable, pero esto no es exclusivo de la ciencia. También lo es el lenguaje de la economía, de la cardiología o de la crítica literaria. Los códigos especializados son por definición, incomprensibles para los no iniciados. En el caso de la física, existe el agravante de las matemáticas, que inspiran un pavor cuando va más allá de la regla de tres. El escritor argentino Ernesto Sábato, era físico antes de dedicarse a la literatura, y cuentan que un amigo le pidió que le explicara la relatividad. Sábato le habló de geodésicas nulas en una variedad riemanniana 4D, con una métrica espaciotemporal localmente minkowskiana. Eyy pará, pará! que no entiendo nada. Sábato fue bajando el nivel y habló de trenes, relojes y rayos de luz, hasta cuando el amigo le dijo: “ahora sí entiendo”. Sí, ahora sí entiendes, le ripostó el físico, pero eso que entiendes no es la relatividad. La anécdota pone la lupa en un punto neurálgico: las leyes de la física suelen estar formuladas en el críptico lenguaje de las matemáticas que no son del dominio público. Entonces hay que pasar de la metáfora precisa de las matemáticas, a las metáforas ambiguas del lenguaje cotidiano…pero se habrá perdido una buena porción de lo que realmente dice la teoría. Por eso la divulgación de la ciencia es ingrata, porque pretende desde el inicio un imposible. Pero que este obstáculo no impide el disfrute de la mirada científica de la realidad. No es necesario descifrar la partitura para disfrutar de la música; ni ser un teórico del lenguaje cinematográfico para disfrutar de una buena película.
En la parte 2 de este post continuamos conversando de la importante relación del ciudadano con la ciencia. Hasta pronto!! 

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