Héctor Rago
En el año de 1917 Einstein publicó el primer artículo sobre cosmología, el estudio científico del universo.
A gran escala el universo está dominado por la gravitación, de modo que Einstein usó para describir el universo, su nueva teoría de la gravedad, la relatividad general, que había propuesto dos años antes.
Sorprendentemente, las ecuaciones de Einstein predecían que el universo se expandía. Milenios de observaciones astronómicas nunca mostraron la más leve indicación de que el universo evolucionara. La concepción de un universo eterno e inmutable estaba profundamente arraigada en la cultura del mundo occidental, de manera que Einstein modificó sus ecuaciones originales añadiendo un término que contenía la famosa constante cosmológica. El efecto de este término era producir una fuerza de repulsión que balanceara la fuerza atractiva de la gravedad y permitiera construir un modelo estático del universo.
A veces las teorías saben más que sus creadores. De haber creído Einstein más en sus ecuaciones y menos en sus preconcepciones, hubiera podido haber hecho la predicción teórica mas impactante de la historia de la ciencia: la expansión del universo. En efecto, pocos años después Edwin Hubble descubrió la expansión del universo estudiando la luz de galaxias lejanas.
Einstein refirió con amargura que la constante cosmológica había sido el mayor error de su vida y que debía desecharse y conservar las ecuaciones originales. El segundo mayor error de su vida fue desecharla. Como el genio del aprendiz de brujo, una vez liberada la constante cosmológica, no fue fácil devolverla a la lámpara.
El matemático ruso Alexander Friedmann mostró que el universo estático de Einstein era inestable, como el equilibrio precario de un lápiz sobre su punta, y que aún con constante cosmológica, existían modelos de universo en expansión.
Recientemente la constante cosmológica ha sido reinterpretada como energía del vacío y su presencia luce necesaria para lograr un acuerdo entre la teoría y las observaciones. Las mediciones indican que la materia apenas representa aproximadamente una tercera parte de la materia energía presente en el universo. La mejor apuesta para el 70% restante corresponde a la energía del vacío. El efecto que tiene esta energía oscura, como también se le ha llamado, es producir una aceleración en la expansión del universo. Cuando la materia dominaba sobre la constante cosmológica, el universo se expandía pero frenándose. Nuestro universo habría entrado en una fase de aceleración hace unos seis mil millones de años. Si la edad del universo la comprimimos a un año, la aceleración habría comenzado en julio.
La aceleración del universo ha sido constatada midiendo el brillo de supernovas lejanas. El brillo que se observa sólo puede explicarse, invocando la aceleración del universo.
No conocemos demasiado esta energía del vacío o constante cosmológica, sólo detectamos sus efectos, y tal vez develar su naturaleza requiera de una física más allá de la física conocida.
Héctor Rago
Como siempre, interesante y ameno.
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