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La enfermedad de Chagas: una enfermedad desatendida y olvidada en la era de las “OMICs”

Dra Clara I. González-Rugeles
Escuela de Microbiología, Universidad Industrial de Santander

La enfermedad de Chagas (EC) o tripanosomiasis americana, una enfermedad tropical causada por Trypanosoma cruzi es considerada un problema de salud pública en 17 países de América Latina. Según la Organización Mundial de la Salud cerca de 100 millones de personas se encuentran expuestas y alrededor de 10 millones están infectadas. Las migraciones y la globalización han llevado a que la EC sea una enfermedad emergente en países no endémicos de Norteamérica, Europa y Asia. En Colombia alrededor del 5% de la población está infectada y cerca del 20% se encuentra en riesgo de adquirir la infección, con cerca de tres millones de enfermos, Santander es el tercer departamento con mayor endemia.

El parásito T. cruzi es transmitido a través de heces contaminadas de vectores de la familia Reduvidae, conocidos en Colombia coloquialmente como “pitos”. Sin embargo, existen otras formas de transmisión a través de transfusiones sanguíneas, trasplantes, congénita, accidental y oral por contaminación de alimentos. La vía más usual hasta hace unos años era la vectorial, sin embargo con los programas de eliminación del vector ha ido adquiriendo importancia la transmisión oral. La EC puede presentarse en forma aguda y crónica. La forma aguda por transmisión vectorial es rara y generalmente pasa inadvertida con síntomas generales y la mayoría de los individuos infectados entran en una fase indeterminada, sin sintomatología. Después de 20 a 30 años, entre 15-30% de los individuos infectados desarrolla las formas crónicas con compromiso cardiaco (miocardiopatía chagásica) que es la manifestación clínica más frecuente y severa, o menos frecuentemente megaformaciones de las vías digestivas o las formas nerviosas. En la transmisión oral las formas agudas son frecuentes con alta morbi-mortalidad y generalmente se presentan en microbrotes.

El desarrollo de la EC implica entonces, la interacción entre hospedero, parásito y medio ambiente y el hecho que solo un porcentaje de los infectados presente las formas clínicas plantea la influencia de la genética del individuo relacionada con la susceptibilidad o resistencia al desarrollo de la enfermedad. En este sentido y con los avances en el conocimiento del genoma humano y el desarrollo de tecnologías de alto rendimiento (OMICs), en las cuales es posible conocer las variantes genéticas de los individuos, unido a identificar diferencias en la expresión de los genes entre un individuo y otro sometidos a un mismo estímulo, o el poder estudiar diferencias de las proteínas presentes en tejidos de pacientes con cardiomiopatía chagásica comparados con los de pacientes con otras patologías cardíacas, nos permiten conocer los genes, variantes genéticas y proteínas implicadas en la patogénesis de la enfermedad, así como las vías biológicas en las cuales están involucradas y sus interacciones. Esta información nos permitirá definir biomarcadores para identificar, no solo los individuos susceptibles y diseñar estrategias de prevención y control, sino también blancos terapéuticos que podrían ser modulados para evitar el desarrollo de la enfermedad.

 

Referencias

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